Maquillaje, ¿una necesidad?
- carlotamb
- 28 mar 2016
- 8 Min. de lectura
Diferentes investigaciones han sacado a flote el tema del maquillaje como un producto de uso diario, imprescindible en las vidas de muchas mujeres. Sin embargo, ¿nos convierte esto en esclavas?

El asunto de la estética es un tema profundo, pues puede llegar a causar serios problemas de autoestima. Sin embargo, no es al maquillaje y a la cara, a los que usualmente se les presta atención, sino a aspectos más llamativos a primera vista como lo son el peso o la complexión física. Al ser más llamativas las irregularidades en este ámbito y tender a provocar enfermedades graves como la anorexia o la bulimia, son objeto de preocupación de muchos. El interés que genera es totalmente comprensible, pero el canon de belleza actual y las presiones que sufren millones de personas por todo el mundo que se sienten obligadas a seguirlo, no sólo afecta al cuerpo sino también al rostro. Es aquí cuando empezamos a enfocar nuestras ideas hacia el maquillaje, que para muchos, especialmente mujeres (aunque no excluyo a los hombres al haber una considerable cantidad de ellos que también lo usan), es una vía de escape. Obviamente no es este el propósito de todas ni mucho menos, pero el simple hecho de que existan casos en los que la mujer se maquille por sentirse inferior a las demás convierte el tema en un dilema sobre el que se debe reflexionar. Y es que la vida presenta una serie de desafíos, en los que sentirse bien o mal con uno mismo determinarán el nivel de éxito.
A menudo se habla de la autoestima y sus consecuencias. Esta se puede definir como la valoración, ya sea positiva o negativa, que se hace de uno mismo y que influenciará en las decisiones que se toman y en la consideración personal en cuanto a si se es merecedor o no de la felicidad e incluso del amor o respeto de otros. Una persona con baja autoestima, la cual se suele deber a experiencias traumáticas que empiezan en la niñez y a la reacción y el poder de defensa ante ellas, pueden causar daños que, si no se paran, darán lugar a serios problemas en el futuro. Algunas consecuencias son la depresión, la timidez, la soledad, miedos y enfados frecuentes, la inseguridad, las adicciones, desordenes de la conducta alimentaria, dificultades en la concentración y en el estudio, trastornos psicosomáticos, ansiedad... De entre estas destacamos la tendencia a adicciones.
Cuando hablamos de adicciones, lo que se nos viene a la cabeza es "alcohol y drogas". No obstante, se puede ser adicto a cualquier cosa. La "adicción" es la dependencia a una substancia, actividad o relación, que domina la voluntad de la persona en cuestión. Es posible sentir esta dependencia obsesiva hacia las compras, el juego, la comida, el sexo, las redes sociales, y una infinidad de posibilidades cada cual más extraña que la anterior. Y como tantas otras, existe la adicción al maquillaje. En más ocasiones de las que debería, una baja autoestima puede dar lugar al deseo de evadirse de su verdadero yo al sentir vergüenza de su físico. Aunque como he mencionado anteriormente la gran mayoría de mujeres de cualquier edad se maquillan por gusto, hay algunas de ellas que no pueden salir a la calle sin ocultar sus imperfecciones bajo capas de productos. Es entonces cuando hemos de plantearnos, ¿somos dependientes del maquillaje?

Como apoyo a esta investigación he realizado una serie de encuestas a adolescentes de entre 11 y 16 años. He elegido estas edades no sólo porque yo misma me incluyo en esta fase, sino porque la adolescencia es la etapa en la que la falta de autoestima se suele manifestar más claramente, como explica Elías Norberto Abdala en su artículo Autoestima en Jóvenes y en Adultos: "La adolescencia es un período de cambios psicológicos y físicos que pueden aumentar o disminuir la autoestima según si las nuevas características corporales gusten o no a los jóvenes. Así, el peso, la altura, el tamaño de los pechos, la presencia o ausencia la celulitis, la aparición o no de la menstruación, el inicio sexual se transforman en factores de suma importancia para sentirse bien o mal consigo mismos. Es un período de la vida con grandes desafíos en el que se continuará desarrollando la autoestima iniciada en la infancia.". De mi trabajo he podido sacar una serie de conclusiones.
Adolescentes y el Maquillaje
A medida que va pasando el tiempo las niñas van desarrollando un interés creciente por su físico. Sin embargo, le dan importancia a su aspecto desde edades muy tempranas. Aunque no es hasta los 15-16 años cuando vemos que más de la mitad de las chicas se preocupan mucho por él, ya con 12 años el 30% afirma que es muy importante para ellas. Esto puede simplemente significar que son coquetas, pero también puede ser prueba de las presiones bajo las que están. El acoso escolar y las burlas en estas edades se acentúan mucho, y son algo que cualquier niño quiere evitar. Prácticamente todo el mundo ha sido objeto de bromas alguna vez en su vida, siendo común que esto ocurra cerca del lapso de tiempo del que hablamos. El maquillaje puede ser una manera de querer evitar risas a su costa, aunque más que eso buscan la seguridad que les falta para enfrentarse a ellas.
Incluso en las niñas más pequeñas, el uso del maquillaje se está extendiendo a velocidades vertiginosas. Dándose cuenta de que se ven más bonitas y aspirando a ello, el 40% de las entrevistadas desde los 12 hasta los 13 años ya se pintan de vez en cuando. Si bien es verdad que muchas dicen no necesitarlo aún, y que las que sí hacen uso de él sólo lo hacen en ocasiones especiales, ¿es necesario que oculten sus defectos a esa edad? Los niños, y no sólo hablo del sexo femenino, cada vez dejan antes los juguetes de lado, lo cual ha sido estudiado y probado en múltiples ocasiones. Poco a poco se va acelerando el proceso de dejar de querer salir a la calle a jugar o de ir al parque, y con ello se ha ido acortando la infancia en sí. Hay niñas que, observando cómo las mujeres a su alrededor, en especial sus madres, se maquillan, pueden sentir que ellas también pueden ser más guapas de lo que son al natural y seguir su estela, queriendo ser como ellas. Aunque con doce años dicen hacerlo únicamente por ellas, y quizás sea verdad y se informen sobre el tema por la curiosidad que este les genera o por mera diversión, alguna de las chicas que nunca ha usado maquillaje afirma que las mujeres se arreglan para los demás, mostrando inesperados signos de madurez. Esta opinión forma un patrón que se repite en el resumen de las encuestas recopiladas de todas las edades, pues siempre hay como mínimo una niña que cree que la mujer usa maquillaje por lo que puedan pensar los demás de ella.

Ya en niñas cerca de alcanzar los catorce años el maquillaje se empieza a convertir en algo común. Aunque no será hasta los quince que comenzarán a usarlo a diario, casi tres cuartos de las chicas lo harán puntualmente. A pesar de que dicen no preocuparse de su físico más de lo normal, y de que algunas no creen necesitar maquillaje para estar guapas, arreglarse parece haber terminado de ser algo que han sacado de sus amigas o familiares para convertirse en ganas de atraer atención y sentirse confiadas. En las encuestas veo reflejada una bajada de autoestima, o más bien un aumento de inseguridades, con respecto a las encuestadas un año más joven. No sólo a estas edades muchas niñas ya se fijan en los chicos y muestran interés por el sexo opuesto, sino que también son plenamente conscientes de sus defectos y sus virtudes. Es por ello que el 20% admite usar maquillaje en ocasiones para ocultar esas imperfecciones que son origen de complejos. Se protegen más de ellas mismas, de sus conciencias, que de las miradas de los demás. Se empiezan a fijar no sólo en el físico en sí sino también en la ropa, en cómo de arreglados van sus compañeros, y no quieren ser menos. Recuerdo que yo misma que a esas edades empecé a no aceptar la ropa que mi madre me compraba, dejándome influir por mis amigas y lo que ellas llevaban. Es una época de muchos cambios y altibajos emocionales, que a su vez van a veces de la mano de problemas familiares y peleas con los padres, además de con los amigos. Esto no cambia hasta que maduramos y nos damos cuenta de que no nos debemos guiar por lo que hagan los demás. En las encuestas a las chicas de 15-16 años he visto un poco más de estabilidad, pues cada una tiene ya una opinión más clara y definida, y hay mentalidades que se desvían por todas las ramas. Todas tienen en común que se maquillan, como es lógico, y la gran mayoría se preocupa bastante por su físico, pero se empiezan a encaminar hacia ser un poco más independientes y parece que más que encajar, buscan avanzar con confianza.

La mayoría de las niñas que usan maquillaje a cualquier edad dicen hacerlo por ellas mismas, para mirarse al espejo y verse más guapas. Hay, sin embargo, varias excepciones en el lapso de entre catorce y quince años. Estas niñas reconocen que se preocupan por lo que las personas, no sólo de su entorno sino también las ajenas a ellas, piensen. Esto me lleva a plantearme que es posible que el número de personas que defienden maquillarse por sí mismas puede no ser el sincero o el correcto. Así como es verdad que la adolescencia es una etapa con muchos estereotipos y "agrupaciones", también lo es que el físico juega un rol importante en ellos. A estas edades es fácil ver a grupos enteros de chicas vistiendo de forma parecida, y aunque las hay que buscan destacar de entre las demás y tener su propio estilo, lo más fácil a veces es ponerse algo que será aceptado sin lugar a dudas. En cuanto al maquillaje, muchas niñas no se arreglan ni más ni menos que sus amigas, pues cualquiera de estas opciones será criticada. La sociedad actual somete a las adolescentes a mucha presión de maneras que parecen inofensivas pero tienen una gran repercusión en ellas, como mostrando a jóvenes aparentemente perfectas en televisión o poniendo a mujeres con cuerpos que rozan lo extremo sobre la pasarela. No todas las niñas saben desviarse del camino que les es pintado como el correcto, ni aprenden a valorar cualidades diferentes a las que les enseñan como hermosas.Lo cual no significa que maquillarse o ir a la moda esté mal:el problema no está ahí, sino en los casos en los que la persona en cuestión no tiene la confianza suficiente como para hacer lo que quiere. Esto no es más que otra prueba de una autoestima que no es lo suficientemente alta, o ciertamente no lo suficientemente estable (pues esta no siempre se mantiene igual, varía según factores tan livianos como el día o el humor). No quieren que su imagen diga algo de ellas más allá de "lo normal". Saco esto a relucir, porque la gran mayoría de las personas a las que encuesté estuvieron de acuerdo en que el físico a veces refleja la personalidad de las personas, lo que confirma mi postura de que los adolescentes tienden a ser estereotipados, no sólo por los adultos sino también por ellos mismos. Si digo que una niña se ha teñido el pelo de morado, viste de negro, y se maquilla en exceso los ojos y labios del mismo color, ¿acaso no se la incluye, sin conocerla o verla siquiera, directamente en un grupo? ¿El de los góticos quizás? Este hecho puede hacer que algunas chicas no siempre exploren y compartan todos los rasgos de sus personalidades, básicamente por miedo a ser encasilladas como algo que realmente no son.

Cerca del 40% piensa que a veces el físico sí refleja el interior, con lo cual yo estoy de acuerdo porque, por ejemplo, la chica que describí antes tiene posibilidades de estar encaminada hacia gustos cuyos representantes o ídolos, pertenecientes a tribus urbanas como la de los góticos, hayan sido su modelo a seguir, aunque también podría ser una fan de la música clásica o una aficionada al golf. El 50% defiende que nunca hay que juzgar a alguien por la imagen que da, opinión que es igualmente respetable y no menos acertada. El 10% sobrante, no obstante, afirma que el físico siempre es un reflejo de la personalidad de la persona. Haberme encontrado con niñas que piensen así ha sido una de las cosas que más me han llamado la atención, haciendo que me plantee seriamente que son ellas mismas las que se provocan los complejos y vergüenzas, entrando en un círculo vicioso de criticar los defectos de los demás y preocuparse de ocultar sus propias imperfecciones, unas para evitar las burlas y otras para producirlas con más seguridad.
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